jueves, 3 de noviembre de 2016

RESACA

Está claro que el justicialismo no es un partido político convencional. Desde su nacimiento, sus vaivenes han sido una de sus principales características. Su propio creador, Juan Domingo Perón, saltó de decir "El mundo tiende al socialismo", o, refiriéndose a la muerte del Che, "Ha muerto uno de los nuestros", a tratar de imberbes a los miembros de la izquierda de su partido. 
Ante todo, el justicialismo siempre fue una construcción política con ambición de poder. Si, para llegar al poder había que virar a izquierda o derecha, se hacía. Y, una vez en el poder, también ha mostrado bastante versatilidad y significativos golpes de timón.
No digo que sean emuladores del célebre cómico Groucho Marx, una de cuyas frases era "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros", pero casi.
Esta costumbre, que fue arraigándose en el justicialismo con el paso del tiempo, fue la que llevó a mucha gente, cuyo modo de pensar, en ese tema, era y es igual al del partido, a integrarse a el. No es de extrañar entonces, en ese marco, que alguien que quiere llegar a ser Gobernador, Senador, Presidente, Diputado, Senador, etc. más allá de su posición política, ideológica o filosófica, privilegie, para lograr su objetivo, la herramienta por sobre todo lo demás. Y el justicialismo es una buena herramienta. Es un partido político que siempre, desde su fundación, estuvo en lo más alto de la pelea electoral. Por eso, gente de diversos pensamientos políticos converge en el justicialismo que, a decir de los adversarios, es "una bolsa de gatos", cosa bastante aproximada a la realidad. La cuestón es que, si bien hay un importante grupo de gente (quizás mayoritario) dentro del justicialismo y más aun dentro de su militancia, que coincide en levantar las banderas de justicia social, soberanía política e independencia económica, hay otros que privilegian otras cuestiones. Por eso el justicialismo "produjo" a Menem, a Duhalde, a Scioli, a Palito Ortega, a los Kirchner, ... y siguen las firmas. 
Pocas cosas hay más variopintas que el peronismo. Pero, en pos de ese "pragmatismo", especialmente de Menem para acá, hay personas que en si mismas son muchas cosas juntas. En un exceso de ambición de poder, se les ha ido la mano.
Si alguien es Diputado de la Nación y Vicepresidente de bloque menemista, pero luego es duhaldista, en una nueva reconversión es Senador kirchnerista (antípoda del menemismo) y luego (actualmente)está viendo de que lado va a calentar más el sol para instalarse allí, ese alguien es una
resaca.  
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A LOS NEGROS Y A LOS JUDÍOS HAY QUE MATARLOS A TODOS
Sin embargo, en algunas cosas, se puede ser coherente y consecuente. El atentado a la AMIA le costó la vida a los argentinos de religión judía y a argentinos argentinos que estaban en ese lugar, dijo Miguel Angel Pichetto el 21 de febrero de 2013, durante el debate en el Senado por la aprobación del Memorándum de Entendimiento Argentina-Irán, diferenciando así a argentinos y a judíos entre las víctimas del atentado a la AMIA.
"Perú resolvió su problema de seguridad y transfirió a todo el esquema narcotraficante: las principales villas de la Argentina están tomadas por peruanos. La Argentina incorpora toda esta resaca", dijo el camaleón Pichetto hace unos pocos días en declaraciones periodísticas.


2 comentarios:

  1. Se llama sincretismo, Richardito, Constantino fue un referente histórico del sincretismo, la iglesia hace abuso, y el Justicialismo está lleno de surfistas del sincretismo.

    ¿Como andan tus cosas pedazo de puntano?

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  2. Se llama hijaputez, camaleonismo, ser acomodaticio, no tener principios, etc etc etc. Y también sincretismo. Alberto Cortez decìa "me gusta, más que llegar, saber que ya voy llegando". A mi no. Me gusta llegar. Pero con lo mío "estoy por llegar". Aún nu conocí a un puntano que tenga palabra. La punta que lo parió.

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