GLOBALIZACIÓN DE LA INTELIGENCIA
Hace
muuuuuuchos años (más de 25 justifican el exceso de u) en una extensa
entrevista que tuve oportunidad de realizarle a Rodolfo Terrágneo, debatíamos
sobre globalización. Después de confrontar opiniones, el economista radical
(ministro y legislador) reconoció que la globalización resaltaba las
diferencias entre los pueblos ricos y los pueblos pobres, que no eran otra
cosa, a gran escala, que las diferencias entre las personas ricas y las
personas pobres.
Eso que hace
un tiempo muchos llaman “la grieta” tiene un alto componente de aquello.
Pero
profundicemos.
La
globalización es un fenómeno impulsado por el establishment mundial, por
supuesto. Pero también es un fenómeno impulsado por todas las sociedades del
mundo y por cada uno de sus miembros. Son pocas las personas a las que no les
importa disfrutar de los beneficios que supone hablar con un familiar que está
al otro lado del océano mientras se lo mira a la cara. Encender la T. V. o la
radio y enterarse en tiempo real de hechos sucedidos en las antípodas del
planeta. Viajar a cualquier parte del mundo en horas. Recibir insumos,
alimentos, medicina, o lo que fuere, en menos de 24 horas, sean enviados desde
donde fuere, etc.
Y hay muchas
globalizaciones si nos detenemos un minuto a analizar.
Como se dijo
líneas arriba, el primer motor de la globalización ha sido, y sigue siendo, la
aceleración y la evolución de las comunicaciones. Y esto, que aparece razonable, trae
aparejada la primera imperfección de la globalización, ya que las
comunicaciones, a veces justificadamente, a veces no, suelen ser una avenida de
una sola mano.
Está bien
que se le dé preeminencia a la información que proviene de un lugar en el que
se deciden los destinos de una comunidad. Está bien, entonces, que todos los
argentinos sepamos qué medidas está tomando el Presidente de la Nación. Y no
importa tanto que alguien que viva en Chascomús no se entere de algún Proyecto de
Ordenanza que tal o cual Concejal haya presentado en el Concejo Municipal de
Santo Tomé. De acuerdo.
Lo mismo
podría decirse a nivel provincial. Es conveniente que alguien que vive en Las
Varillas sepa lo que está haciendo el Gobernador de Córdoba, y no importa mucho
si alguien que vive en la ciudad de Córdoba no se entera de lo que hace el
Intendente de Las Varillas. O. K. hasta ahí.
Pero sucede
que los medios de comunicación más importantes, obviamente, están en las
ciudades más importantes. Y también sucede que las ciudades más importantes son
las más pobladas. Entonces todo comienza a distorsionarse. Todos sabemos que la
cercanía le suma importancia a cualquier hecho. Si está trasmitiendo la
televisión de Rosario, un crecimiento
del Arroyo Ludueña que inundó cincuenta
cuadras de la ciudad ocupará la mitad del tiempo del informativo, y una
inundación que abarque cincuenta cuadras en Mendoza, en Corrientes, o en Kiev,
Ucrania, se informará en dos minutos. Los hechos son igualmente graves. La
diferencia está dada por la cercanía, la que nos hace tener otra percepción de
las cosas. Y, para colmo, también talla la visión comercial. A un rosarino le
va a importar más saber lo que pasa a dos o tres kilómetros de su casa que lo
que pasa en Ucrania. Los directores de los medios periodísticos saben esto.
Entonces, para tener más audiencia, televidencia o lectores, según el caso,
cubrirán aquello que les permita comercializar mejor sus publicidades.
Hace algunos
años, charlando con Enrique Macaya Márquez, discutíamos sobre cómo estaban
planteados los programas deportivos en general. Yo le decía que me parecía mal
que Boca y River ocuparan el 80% del tiempo de los programas y todos los demás
equipos el 20% restante, que todos debían tener el mismo tiempo, que era
injusto, que así los equipos chicos no iban a crecer, etc. Macaya, como todo
periodista acostumbrado a trabajar en grandes medios, me dijo: “Está bien. Boca
y River son los que más hinchada tienen.” Y, como estaba algo apurado, se fue.
No volvimos a hablar del tema.
La pregunta,
(que se responde sola) es: ¿Por qué Boca y River son los equipos que más
hinchas tienen en Tucumán, San Luis, o en cualquier localidad del interior del
País? Más allá del lugar en el que juegan Boca y River (el área metropolitana
más grande del País) el hecho de contar con la difusión de parte de los grandes
medios es lo que hace el resto. El primer equipo argentino en hacer una gira
internacional fue Boca. Los diarios porteños que, como ahora, se vendían en
todo el país, le dieron muchos centímetros al hecho. Desde entonces, la
hinchada de Boca aumentó, acrecentándose en el interior del País. River le
siguió los pasos. Desde entonces, esto es como un perro que se muerde su propia
cola. Tienen más hinchas porque tienen más difusión. Tienen más difusión porque
tienen más hinchas. El huevo o la gallina. (No voy a hacer el chiste fácil) La
cuestión es que, a todas luces, esto es injusto. Y, ni hablar del rol que les
cabe a los medios. Por más que Lanús esté peleando la punta del campeonato y
Boca vaya 15° en la tabla, se le dará más espacio a Boca. Sencillamente porque
habrá más gente viendo la pantalla. Por más que Rosario Central juegue mejor que
River, se hablará más de los “millonarios” porque la hinchada de River es más
numerosa. Más ratting, más ganancia. Dictadura del mercado, o dictadura del
capitalismo, como prefieran. Para colmo, los “canallas” están a 300 kilómetros
de Buenos Aires, donde están los canales que trasmiten.
Elegí una
cuestión banal si se quiere, como el futbol, pero para ejemplificar algo que es
típico en las comunicaciones y que trae consecuencias no deseadas en cualquier
lugar del mundo y efectos nocivos de la globalización.
No es bueno
que un bonaerense pueda nombrar de corrido media docena de ciudades de Estados
Unidos y no de la provincia de Catamarca. Y esto es por las comunicaciones. Por
la “política de rayos” de las comunicaciones. Desde el lugar del emisor hacia
el de los millones de receptores, pero no a la inversa, ni tampoco en red. Comunicación mano única.
No es bueno
que haya muertos “V.I.P” por haber sido residentes en la Capital, golpeadas “V.I.P” por ser familiares de famosas. Que algún canal de
noticias porteño nos entretenga diez minutos con el rescate de un simpático
gatito desde las alturas mientras le da dos minutos, o nada, a un asalto
seguido de muerte en la ciudad de Córdoba. Acá ya se desnaturaliza la función
de los medios periodísticos.
Otra
globalización es la de los negocios. Hoy un fabricante o productor de cualquier
cosa puede poner a la venta su producto
en el punto del planeta que más le convenga en 24 o 48 horas. Esto era
impensable hace algunos años.
Consecuencia:
Los señores de negocios del mundo pueden elegir el proveedor a “piaccere” de entre
todos los posibles del planeta. Esto hace que los pueblos que más explotan a
sus trabajadores sean los que más venden. Pero, a no engañarse. Las empresas
que explotan a esos trabajadores no son de esos países. Son “multinacionales”.
El motivo de las comillas es porque la denominación es algo eufemística. Ya
sabemos que multinacional es, en casi todos los casos, sinónimo de empresa de los
países centrales con sucursal en cualquier parte. No es que la empresa automotriz más importante del mundo es
de capitales ugandeses y bolivianos, con todo respeto por esos pueblos.
Claro que
esto genera algunos dolores de cabeza en los países centrales, ya que los
intereses de los dueños de esas empresas no siempre son los mismos que los de
los presidentes da las naciones a las que pertenecen. Entonces, las
exportadoras de los países periféricos, de capitales estadounidenses, exportan
determinados productos al mismo Estados Unidos. Esto, teniendo en cuenta que la
mano de obra de esa empresa es regalada, es un problema para las empresas que
producen lo mismo dentro de Estados Unidos.
Al estar
globalizado el mundo de los negocios pero no el mundo del trabajo, se producen
lógicas asimetrías, dado que un trabajador de Laos no gana lo mismo que uno de
Washington, lo que influye en el precio final de cualquier mercancía y de un
modo directamente proporcional al valor agregado que esta tenga.
Obviamente
que esto es conveniente y necesario para el mundo de los negocios dado que
sacarán partido de esta asimetría, optimizando ganancias gracias a la
explotación mencionada. En cuanto a intereses contrapuestos, siempre la clase
política podrá corregir estas cuestiones reforzando las barreras
proteccionistas vía alza en los aranceles de exportación, aunque esto contraríe
los principios de libre comercio, de integración y de globalización misma. Los
países centrales son pro globalización siempre que sean ellos los que “engloben”
a los demás países. Si los “englobados” son ellos, de inmediato se tornarán
proteccionistas. Basta con ver que dijo el mono con navaja que estará a cargo
de la Presidencia de U.S.A. el año próximo para darse cuenta de esto.
Acá también puede
verse a la globalización como una avenida de una sola mano.
Al libre
tránsito de la información y al libre tránsito de las mercancías debemos sumar,
como tercer tópico de la globalización, el libre tránsito de personas.
Antes del invento del avión, el tren y el colectivo, alguien que vivía en Tucumán demoraba semanas en llegar a la ciudad de Buenos Aires. Hoy se puede estar en cualquier punto del planeta en 24 horas o menos.
Sin embargo, no hará
falta ser un agudo observador de la realidad para advertir que en esto también
se dan enormes injusticias y arbitrariedades. Avenidas de doble mano cuando
conviene, o de mano única cuando los países centrales lo creen preciso.
Vuelvo a
remitirme al Presidente electo de U.S.A. Cuando la asimetría entre los bienes a
los que puede acceder un trabajador medio estadounidense y uno mejicano hace
que este último decida migrar al país vecino, la propuesta, con injustas
acusaciones mediantes, es la promesa de un gigantesco muro entre ambos países.
No de un
modo tan animal, (o sí, ya que ha habido muertos ahogados tratando de alcanzar las costas) pero en Europa también se vienen suscitando inconvenientes creados por la migración que ya deberían estar saldados en un mundo globalizado.
Volviendo a
Estados Unidos, cabe consignar algo que mucha gente no conoce. El gran país del
norte, que se jacta de ser la meca de la libertad, durante más de cincuenta
años no permitió a sus ciudadanos viajar a Cuba. Sin embargo, la noticia que
siempre difundieron TODOS los medios periodísticos estadounidenses, era que
Cuba no permitía a sus ciudadanos viajar a Estados Unidos.
Hay una
anécdota que refleja bastante bien cómo funciona la globalización y quien la
controla.
Hace unos
cuantos años, en plena vigencia del bloqueo comercial a Cuba, Francia le vendía
jabón a la isla. Estados Unidos presionó y amenazó a los galos, que se vieron “obligados”
a dejar de vender jabón a Cuba. Al poco tiempo, una nota de uno de los diarios
de Miami titulaba: “Los cubanos son sucios”.
No hay otro modo de calificar esto como una auténtica hijaputez. Se combina aquí la perversidad del gobierno
estadounidense, la impotencia de la cartera de comercio exterior de Francia, la
injusticia sufrida por gobierno y pueblo cubanos y la iniquidad sin límites de
los cubanos “gusanos” residentes en Miami difundiendo mentiras a través de sus
medios, amparados por el espíritu anti-cubano del gobierno yankee.
Sin embargo,
la globalización puede que sea controlada en muchos aspectos por los dueños del
poder pero, hay que decirlo, también tiene vida propia. Esto es lo que nos
permite entender lo sucedido en Yankilandia tras las elecciones que dieron como
ganador a Donald Trump. Los caceroleros en Venezuela y Argentina, los
indignados en España, el millón de personas que suele celebrar el día del
trabajador o el aniversario de la revolución en Cuba, evidentemente han dejado
de pasar inadvertidos para el pueblo de los Estados Unidos. Obviamente que no
lograrán evitar que Trump sea el próximo Presidente pero, que miles de
personas hayan decidido manifestarse en las calles y no solo en las redes
sociales, que hayan cortado el tránsito para marchar en las principales
ciudades mostrando su desprecio ante posturas xenófobas, machistas y fachistas
de Trump, es una buena noticia.
Bastará ver
uno de los deportes predilectos allá - el fútbol americano - donde está todo
tan organizado que cuando un equipo ataca, el otro defiende, y prácticamente no se puede
revertir esta situación, y luego al que atacaba le toca defender y al que
defendía le toca atacar, para darse cuenta de la mentalidad estructurada de ese
pueblo.
Esa
estructuración está presente en muchas manifestaciones del pueblo
estadounidense. (Elegí el deporte para ejemplificar, pero podía haber elegido
otras aristas de la vida cotidiana en U.S.A.)
Ese pueblo,
bastante robot, bastante pacato, bastante poco confiado en sus propias fuerzas como conjunto,
decidió, en un hecho histórico, marchar por las calles para mostrar su descontento ante el resultado de las elecciones presidenciales.
Sin dudas
que este es un efecto deseado de la globalización. Es esa parte de la
globalización que el poder no maneja. Y es por demás saludable.
Deberá
llegarse a una instancia superior, en la que los pueblos adviertan que el
verdadero mal para el planeta está en un sistema que hace del dinero su rey.
Porque es horrible que Trump diga lo que dice, pero en algún punto tiene razón.
Si ese hombre fuera un obeso desocupado de la Argentina, una mujer del pueblito
más pequeño y más alejado de los centros de poder mundiales (se me ocurre
Cuatro Esquinas – 200 habitantes – en la provincia de Santa Fe) aun no muy linda,
no accedería a acostarse con él. Pero resulta que tiene un Boeing 757, un
edificio entero, propiedades en todo el País y el mundo, y dólares por
montañas. Entonces, como dice el, cuando sos millonario le podés meter la mano
en la vagina a una mujer. No digo que sea cierto en todos los casos, pero es
así. Y, por supuesto, no tiene que ver con la naturaleza de la mujer. Un hombre
también accedería con gusto a que una mujer millonaria y poderosa (aunque poco
agraciada) le tocara sus partes íntimas. Esto tiene que ver con el lugar que
ocupa en el mundo capitalista el dinero. Si el dinero es rey, el humano es su
esclavo. Su súbdito.
Entonces,
volviendo al eje de la nota, si la globalización también trajera aparejada la
globalización de la inteligencia, cosa difícil por ahora ya que esto es
peligroso para el poder, el pueblo estadounidense no estaría discutiendo si
Trump o Clinton. Estaría poniendo en tela de juicio al capitalismo como
sistema, que es el verdadero culpable de los males del planeta, Estados Unidos
incluido, obviamente. Y no aceptaría como lo más normal que los medios de comunicación
difundan estadísticas de las elecciones por razas. (Una vergüenza que CNN diga,
los negros, en un tanto por ciento, votaron por tal, los judíos por cual, los
musulmanes, etc. Inaceptable) Y no aceptaría un sistema electoral en el que puede darse, (de hecho se dió) que el candidato que más votos obtenga pierda la elección. Y, probablemente, entendería que no se escapa de
los males del capitalismo con más capitalismo. Porque el capitalismo no es irreemplazable. Lo irreemplazable debería ser solamente la democracia. Entonces sí, podría decirse que se sale de los problemas en democracia con más democracia. O sea, con más participación. O sea, con más que el pobre 50% de la gente votando, como sucedió en la reciente elección del imperio. Si hubiera más inteligencia y,
en consecuencia más bondad, más solidaridad, más deseos de igualdad, etc (en
Estados Unidos y en el mundo) se estarían discutiendo las cuestiones de fondo, entonces. Nadie se quedaría en la superficie. Porque el sentido práctico no debería
prevalecer por sobre la intención de resolver en serio los problemas de la
humanidad. Y es ese sentido práctico, esa pereza intelectual, ese resumirlo y “simplificarlo”
todo, lo que lleva a los pueblos a quedarse en la superficie, lo que luego
conduce, por desconocimiento y lógica torpeza, a escapar hacia el lado equivocado. Escapar hacia donde no hay una
puerta, ni siquiera de emergencia. Claro, esto es más fácil que admitir que se
ha vivido toda una vida equivocado. Que los principios del comunismo no estaban
tan errados. Que el capitalismo es un fraude. Que etc. etc. etc.
Pero así
como evoluciona la ciencia, la tecnología, y cualquier cosa que uno mire, algún
día deberá evolucionar el pensamiento. Pensamiento evolucionado= solidaridad en
vez de individualismo y egoísmo, valores no relacionados con el dinero, respeto por el
otro en vez de discriminación, cooperación en vez de guerra. Sí, estoy pidiendo
mucho pero, pedir no cuesta nada.
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