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La consultora Oxfam, año tras año, informa sobre la distribución de la riqueza. Este año difundió que el patrimonio sumado de las OCHO personas mas ricas del mundo es igual al de las 3.600 MILLONES mas pobres.

Reitero: OCHO PERSONAS POSEEN LO MISMO QUE MEDIO PLANETA.

Quien crea que esas 8 personas y unos pocos aliados, vecinos de clase social, son los que mandan, por encima de cualquier Presidente, no se equivoca.
Pero es ineludible destacar que casi ningún país se plantea luchar contra el capitalismo (con las pocas excepciones que todos conocemos) sistema culpable de tamaña asimetría en la distribución de la riqueza, que no se impone por la fuerza de dictaduras, como otrora.

UN SISTEMA VIOLENTÍSIMO, QUE A DIARIO EXCLUYE A MAS SERES HUMANOS, SE APLICA EN PAZ.

¿Cómo es posible?
¿Dónde está la trampa?
¿Cuál es el secreto?

Para ensayar una respuesta volveré a recordar una publicidad de mas de 40 años de antigüedad: Benson & Hedges publicitaba sus cigarrillos con un atado apoyado en el paragolpes de un impactante deportivo italiano, inevitablemente rojo, y un joven al lado.
La cupé estaba entre las mas caras del mundo.
Los cigarrillos eran los mas caros de la Argentina.
Para la mirada mayoritaria (obnubilada por el sistema) el deportivo era sinónimo de status, prestigio, etc.
Obviamente, el 99,999% de los argentinos no podía acceder a semejante vehículo. Pero un Benson costaba apenas un 10 o un 15% mas que otras marcas de cigarrillos.
Sobre la mesa de mas de un bar, podía verse, dispuesto verticalmente, con intención exhibicionista, un atado de Benson. A su lado, la llave de, apenas, un modesto Fiat 600 o Renault 12, como mucho...
El objetivo estaba logrado. El pobre soñaba que era rico. Pero soñaba despierto. Y obraba en consecuencia.

Los valores están subvertidos.
Pobreza y riqueza no deberían existir.
Esta es culpable de aquella.
Y es patético ver a tanto pobre pensando como rico.
Es triste que el amo convenza al esclavo de que es aliado.
Esto se refleja en las elecciones, cuando el pobre, en vez de un voto, parece poner un látigo en la urna para que el rico lo siga azotando.
Y el esclavo queda con la boca abierta y la mirada al cielo, a la espera de que se cumpla la perversa teoría del derrame. Pero ni esta se cumple.
La copa del rico, mágicamente, crece más que su contenido. No se derrama jamás una gota. No cae nunca una miga.

Lo que se produce alcanza para que no haya en el mundo nigún hambriento. Y hay millones de hambrientos.

El trabajo, dividido por la cantidad de personas en condiciones de trabajar, podría realizarse con 5 o 6 horas diarias de labor por cada trabajador y no habría desocupados. Y hay millones de desocupados.

Destinando, de los dineros existentes, lo necesario en el presupuesto para educación,  no habría analfabetos. Y hay millones de analfabetos.

Y podría seguir con ejemplos hasta cansar.

El primitivo espíritu individualista del ser humano está omnipresente. Con él cuenta el sistema. Si se sigue andando en cuatro patas, nada cambiará.

Lo ideal, y revolucionario, sería pensar.

Tal vez así se advierta que a las cartas las mezcla y las da el diablo (el capitalismo) y que, quizás, lo mejor sea dejar de jugar.