lunes, 17 de octubre de 2016

FRAGMENTACIÓN

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Para conmemorar los cien años de la llegada de Yrigoyen al poder hubo tres actos, además de muchos otros de alcance provincial. En los tres principales no hubo radicales connotados en las tribunas. Hubo, si, ex radicales y, en uno de ellos estuvo como figura invitada una peronista, ex Presidente de la Nación. No me estoy refiriendo a “Isabelita” precisamente.
Pocos días después, llegó el 17 de Octubre, día de la lealtad peronista. Los actos fueron más de media docena. Además de los provinciales. Audiovisuales en teatros. Discursos de compromiso. También la ex presidente en uno de ellos. Por supuesto, ninguno multitudinario.
Es evidente que la unión que caracterizaba a cada uno de los dos principales partidos políticos de la historia de nuestro país, hoy no está vigente.
Quitando, por un momento, la vista de los partidos políticos, podemos enfocarla hacia los trabajadores. La otrora poderosa C. G. T. con un único Secretario General, se ha transformado hoy en una diáspora que parece una hidra por la cantidad de cabezas. Por empezar, el único Secretario hoy es un triunvirato. Pero a estas tres personas hay que sumarles a los que están por fuera, aunque adhieren. Y, además, ya no hay solo C. G. T. Hace años que hay C. T. A. Pero, la C. T. A. no es más una. Hay dos C. T. A. Y, además, hay movimientos sindicales minoritarios, organizaciones piqueteras de desocupados, etc. etc. etc. Y, por si esto fuera poco, hay que acotar que son muchos, muchísimos, los trabajadores y los desocupados que no se sienten representados por nadie, muchísimos los que, efectivamente, no están representados por nadie y tantísimos, los que no tienen interés en ser representados por nadie.
Está claro que si hay algo que, en el país y en el mundo, crece a pasos agigantados, es el individualismo. Esto, volviendo a la Argentina, explica la enorme cantidad de divisiones.
Son verdades de Perogrullo que es más fácil llegar a acuerdos entre pocos que entre muchos, que el poder, en el marco del capitalismo, está concentrado en unos pocos, que es más sencillo unir bolsillos que unir corazones, y podría continuar. Pero no nos podemos quedar cruzados de brazos y encoger los hombros. No es una foto que quisiera que vean mis hijos.
La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿por qué se producen las divisiones? Esto se puede responder con una frase o con un libro. Se pueden argumentar muchísimas causas o no tantas. Y, por supuesto, se puede estar acertado, equivocado, o parcialmente ambas cosas. Pero cada uno debería hacerse y responderse esta pregunta. Y, luego, debería debatirlo con amigos, entorno, allegados… Supongo que llegar a una respuesta correcta nos llevaría al comienzo de la solución de los problemas que traen las divisiones, el individualismo, las disoluciones y demás.
En mi caso, la respuesta, sintéticamente, pasa por lo siguiente: Me parece que el mundo ha adoptado, (por pereza intelectual, o por incapacidad intelectual, o por cobardía o, simplemente, por egoísmo) un sistema de vida absolutamente individualista, impuesto con éxito por un grupúsculo minoritario conformado por la clase alta a la que, por supuesto, este sistema le es funcional.
Todo lo que le sirva a quien está en lo más alto de la pirámide social para mantenerse allí será bienvenido por este, sin importarle color o pelaje. Prueba de ello es el apoyo millonario que la misma empresa multinacional le dio, en más de una oportunidad, a los dos candidatos principales a la Presidencia de la Nación. Es obvio que no les importa quien gane, sino que quien lo haga sea su compañero de ruta.
La cuestión es que los argentinos hemos naturalizado esto, que no es más que el primer paso de la corrupción. Y, tras cien años de radicalismo y 70 de peronismo, no hemos advertido (la gran mayoría no ha advertido) que nuestro principal problema radica en el sistema, no en otra cosa.
El sistema es el que incentiva a promesas falsas en las campañas políticas, a engaños, a corrupción estructural en la política y en el sindicalismo. El sistema es tan perverso que logra engañar a la gente de una manera tan descomunal, que esta, creyendo que el problema es político y no ideológico, huye del radicalismo y del peronismo, los deja fragmentados y moribundos, y se instala en Cambiemos, una alianza que es la más representativa del sistema que haya tenido nuestra historia. Cuando digo sistema, estoy queriendo decir sistema capitalista.
Todo parece indicar que nos encaminamos, cada día más, a un modo de vida estadounidense. Sistema capitalista a ultranza, bipartidista en el que los dos candidatos representan más o menos los mismos intereses, que no son los de las mayorías. Desinterés generalizado por la política. Desaparición de los partidos políticos progresistas y, ni hablar, de los de izquierda. Racismo. Violencia. Endiosamiento del dinero por sobre todas las otras cosas terrestres. Individualismo. 
Otras preguntas que me hago son: ¿tenemos que ir a ese modelo?, ¿debemos hacerlo?, ¿nos conviene?, ¿es lo mejor?, ¿debemos resignarnos? Por supuesto que tengo la respuesta.

Creo que el próximo paso que deberíamos dar los argentinos será el darnos cuenta. Despertar. Y, aprovechando que los principales partidos políticos están fragmentados y que al Pro-Cambiemos se le va a caer la careta en minutos, construir una alternativa popular que represente seriamente a las mayorías, para empezar, desde acá, a lograr la desaparición del capitalismo de la faz de la tierra. No se me ocurre otra cosa mejor. Si a alguien si, que avise.  
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