jueves, 20 de octubre de 2016

DESNUTRICIÓN

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00:00 hs. Jueves 20 de Octubre de 2016

El consumo en supermercados y shoppings no levanta cabeza

La facturación creció en agosto muy por debajo de la inflación. 

La facturación del consumo en supermercados creció 21,2 por ciento en agosto y 12,6 por ciento en shoppings, muy por debajo de la inflación. Ambas variaciones, comparadas con el mismo período del 2015, fueron las más bajas del año, informó ayer el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Los detalles más finos de la noticia pueden encontrarse en cualquier portal de noticias serio. 

A todas las estadísticas si uno les da una repasada, las pone en contexto y las baja a tierra, pueden ser de suma utilidad. 

Tratemos:
La inflación, en el período citado de caída de ventas de alimentos en supermercados, fue del 43%. O sea que, para que las ventas sean iguales en cantidad a las de la fecha anterior a los aumentos, (año pasado) debió recaudarse un 43% más. Como lo informa el INDEC, esto no sucedió. En vez de un 43%, la recaudación subió un 21%. Es decir que las ventas (43 menos 21= 22) cayeron un 22%. Esto, siempre y cuando tomemos como cierta la inflación que se toma como referencia, cosa que es un error. y un error bastante grosero, porque una cosa es la inflación, en general, y otra, muy distinta, es la inflación en el rubro alimentos, la que fue muy mayor al 43% referido. Pero sigamos. Tomando estos datos como ciertos, podemos inferir que la gente, en general, comió, tras los aumentos, un 22% menos que el año pasado. Esto es muy grave. Pero si profundizamos, veremos que la realidad es que es más grave aun. 
Sigamos:
Cuando hay una baja en la venta de alimentos, esta no es común a todos los miembros de una comunidad. Está claro que, por más inflación que haya, la clase alta continuará comiendo lo mismo que antes de los aumentos, los que, no solo no los afectan, dado su enorme patrimonio económico, sino que, en muchos casos los benefician, ya que son ellos los dueños de las empresas que aumentan injustificadamente los precios de los productos que fabrican, elaboran, o comercializan. 
Tampoco la clase media alta (integrada por gerentes, altos ejecutivos y otros pares en la escala social) deja de consumir alimentos cuando hay inflación.
En cuanto a la clase media, esta se restringe, pero esta restricción, en muchas familias, no llega al 22% mencionado en la noticia. Por otra parte, una cosa es una familia de clase media cercana a la clase media alta, y muy otra es una cercana a la clase baja. 
¿En donde está entonces la gran baja en el consumo de alimentos que hace llegar los números a una caída del 22%? Obviamente, en la clase baja. Pero, si descontamos los millones que siguen consumiendo lo mismo, mencionados en los párrafos anteriores, notaremos que, para llegar al 22% en general, esta cifra, en la clase baja, obligadamente, tiene que ser de, por lo menos, el 40%.
¿Se entiende porqué estoy afirmando que la situación es gravísima
Aun aceptando el engaño inicial de comparar la facturación en alimentos con una inflación del 43% cuando la inflación de alimentos fue mayor, tenemos a millones de personas en el país, (las más pobres, por supuesto) que comen el 40% menos de lo que comían el año pasado
La inseguridad, la violencia, los debates Trump-Clinton, la corrupción del Gobierno anterior (y la menos difundida pero igualmente real del Gobierno actual) el narcotráfico, etc. son cuestiones importantes que merecen difusión periodística. Pero espero que esto no tape las noticias sobre el crecimiento de la desnutrición, cosa que con estas estadísticas es inminente. Si todo el mundo se entera, es posible que se pueda tomar conciencia. Y obrar en consecuencia.

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