miércoles, 22 de abril de 2020

LA ILUSIÓN DE LA LIBERTAD

Creer en la libertad como un valor absoluto y supremo es absurdo. En consecuencia, defender ese valor absoluto y supremo que no existe como tal, es paranoico.
Poner a la libertad en un altar es tan peligroso como defender la esclavitud.
Desde el nacimiento y durante varios años sólo puede hacerse lo que autorizan los padres. 
Luego, desde la adolescencia en adelante, se deben respetar las normas que, en muchos casos, existían desde antes de nuestro nacimiento.
Y, por sobre todas las cosas, está claro que nuestros derechos terminan donde empiezan los derechos de los otros. Esta norma es una precisa limitante de la libertad. Y las normas son un contrato social ineludible. Por eso, todo el que está fuera de la ley deberá atenerse a las consecuencias, sencillamente porque está rompiendo un pacto social. Las leyes no son mas ni menos que pautas de convivencia consensuadas por la mayoría.
A mi modo de ver, la libertad es una ilusión.
Pregunto entonces: ¿Es grave que un ciclista trasponga un semáforo rojo, mirando que no cruce nadie por la intersección?
Si lo juzgamos como un hecho individual, no lo es tanto. Pero, si todos hiciéramos lo mismo, habría heridos y muertos en todas las bocacalles. Es entonces que el incumplimiento de la norma adquiere su verdadera dimensión.
Y, por si hiciera falta aclararlo, el que cruza un semáforo en rojo no es un rebelde que lucha por su libertad. Ni siquiera llega a la categoría de transgresor. Es un inadaptado social. Es un irrespetuoso. Es un individualista.
Rebelde era el Che Guevara.
Vuelvo a preguntar entonces: ¿Está bien que, en medio del aislamiento preventivo obligatorio a raiz del COVID 19, una anciana de 83 años se ponga a tomar sol y desoiga a la policía que le pide que vuelva a su casa porque está incumpliendo la cuarentena?  ¿Y que afirme que lo va a seguir haciendo? ¿Y que cruce Avenida del Libertador por la mitad de la cuadra en el momento que vienen todos los automóviles por la onda verde, obligándolos a frenar?
¿Está bien que un señor de 68 años de edad salga a volar en parapente en Sierra de la Ventana y, cuando aterrice, al ser inquirido por la policía, responda suelto de cuerpo, tras ¡un mes! de cuarentena, que no sabía que estaba prohibido salir?
¿Estaría bien que todos los que tenemos ganas de salir, saliéramos, sin restricción alguna, boicoteando el esfuerzo de todos, incluído el nuestro, que ya lleva un mes y va a seguir, pero que está logrando que no caigamos como moscas, como sucede en U. S. A. cuyos muertos por esta pandemia se cuentan por varias decenas de miles?
Supongo que la respuesta es obvia pero, por si no quedó claro, lamento que los autos que circulaban por la Libertador hayan tenido buenos frenos y también lamento que no haya aparecido una oportuna corriente de aire frio justo cuando el parapente estaba en lo mas alto de su vuelo por sierra de la ventana.
Y hablando de otra cosa, o de la misma, apareció la peor noticia para la Argentina desde que, sin permiso de Ginés González García y, para sorpresa de este, entró al país el coronavirus: hay ya dos casos en la villa 31.
Aterrador.
Porque en las villas, las condiciones de salubridad son pésimas. Se vive hacinado, sin lo mínimo indispensable para mantener la higiene. Y, para colmo, la inconducta social de sus habitantes es proverbial. Y esa inconducta social, en la práctica, es desobediencia social. Lo mismo que la anciana tomando sol o el señor volando en parapente. Todo el mundo fuera de sus "casas" (las comillas no son despectivas. Simplemente estoy queriendo resaltar que cuesta denominarlas de esa forma por su precariedad), chicos jugando a la pelota, adolescentes tomando una cerveza del mismo pico, adultos no respetando la distancia social, etc. 
Después de estos dos primeros casos, si la propagación del virus no adquiere una velocidad inusitada, será pura casualidad o muchísima suerte.
Y, para completar este presente discepoliano, están los estúpidos que (nuevamente) se creen rebeldes e intentan boicotear las medidas tomadas por el gobierno con comentarios y razonamientos absurdos y mesiánicos a través de las redes sociales o de medios de comunicación irresponsables, minimizando la gravedad en la que el coronavirus nos sumió. Se creen rebeldes defensores de la libertad y se ponen en la vereda de Trump y Bolsonaro, dos personajes trogloditas que en la única libertad que creen es en la de mercado...
Sigo preguntando: La anciana individualista de 83 años (que votó por un partido político individualista) y el señor de 68 años que mintió alegando su propia torpeza, ¿qué estaban haciendo en 1.968 cuando el Che era asesinado en Bolivia? No los vi haciendo proezas como las que intentan en este presente tardío, y deberían avergonzarlos. No los escuché alzando la voz hace cincuenta años.
Y los tontos que minimizan la pandemia en pos de la libertad individual, ¿habrán entendido esa frase de Anatole France que decía: "Todos los pobres tienen la libertad de morirse de hambre bajo los puentes de Paris".?
Repito: Rebelde era el Che Guevara.



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