No
fue tragedia, desgracia, ni accidente,
NO. Lo que pasó, además, no fue producto de impericia, desidia o torpeza.
Está
muy claro que en el capitalismo hay varios mundos. Uno para muy ricos, otro
para ricos, otro para menos ricos, otro para clase media, otro para pobres,
otro para muy pobres…
Pero,
hipócritamente, esto no se reconoce oficialmente. Entonces, para que esto sea posible, tiene que transgredirse la norma, con el consentimiento de quien tiene
que controlar su cumplimiento. Hace años que esto ocurre, acá y en el mundo. Con
medicamentos, con indumentaria, con alimentos, con trasporte, con todo. El
método "más o menos". El reino de lo trucho.
¿Se
acuerdan de los vinos Mansero y Soy Cuyano, de las Bodegas Torraga, que mataron gente "confundiendo" alcohol etílico con alcohol metílico? ¿y de los muertos indigestados con propóleo? ¿y la ola de salmonela en restaurantes?
¿y la guerra del pan, con más bromato (veneno) que el permitido? Y etc. etc.
etc. Hay una necesidad de mucha gente que sólo puede ser satisfecha bajando
costos. El que compra quiere ahorrar dinero, no importa como. El que vende quiere ganar dinero, tampoco importa como. Entonces, aparece el método “más o menos”. Las cosas se hacen más o
menos. Esto invade todos los campos. La búsqueda de la excelencia implica un
costo mayor. Por lo tanto construimos más o menos, brindamos salud más o menos,
prestamos servicios más o menos. Y allí aparece lo trucho. Es trucho (y de
dudosa procedencia) TODO lo que se vende en La Salada. Es en negro o gris más del
40% de los empleos del país. Hay miles de remises truchos en la ciudad de
Buenos Aires y el conurbano, en Rosario los remises truchos son más del doble
que los legales, pasa lo mismo en todas las grandes ciudades del país, y en las
no tan grandes también. Y quien tiene que controlar mira para un costado como
perro que volteó la olla. Está tan difundido lo trucho que ya es considerado
legal. Entonces, aparecen como “legales” o “seudo legales” servicios que no reúnen
los requisitos mínimos de estándares de seguridad. Servicios que, directamente NO TENDRÍAN QUE EXISTIR. Y aparecen quienes los apañan o los contratan, por necesidad, o "coimisiones" mediantes.
Hace
un tiempo surgió Uber. Resulta que
un vehículo que no es controlado por
Servicios Públicos municipales ni provinciales, y un conductor que no tiene
autorización para conducir un servicio público (controles físicos y
sicológicos) prestan un servicio público. Y muchísima gente quiere presentar eso como legal.
Unos años antes
que Uber, (no tantos) aparecieron las aerolíneas low cost, (bajo costo).
También aquí los varios mundos. Uno con todo el confort, la mejor comida, la
mejor merienda, etc. Otros con alfajores con el dulce duro de viejo. Pero, pregunto: ¿Hasta dónde
se puede ahorrar? ¿Tanta puede ser la ambición de ganar dinero como para poner
en riesgo la vida humana, ajena y ¡propia!? ¿Tanto contamina el cerebro el
capitalismo? Parece que si…
Los
muertos del Chapecoense se suman a los muertos de las guerras, a los muertos
por desnutrición, a los muertos por represión estatal, etc. Todos muertos
evitables.
No
fue tragedia, desgracia, ni accidente, NO. Lo que pasó, además, no fue producto
de impericia, desidia o torpeza. Fue homicidio múltiple causado por la perversidad del sistema.
LOS MUERTOS DEL CHAPECOENSE SON
MUERTOS DEL CAPITALISMO.
Bueno, acá tenemos mas de veinte muertos diarios en "accidentes de tránsito", un chapecoense cada tres días.
ResponderBorrarY un par de tragedias aéreas con mas cantidad de finados.
Todas originadas en la angurria de alguien.