Terminó el
mundial. O, para decirlo mejor, los alemanes terminaron con nosotros. Y, una
vez más, la realidad le pegó un cachetazo a nuestros sueños. Si nos
circunscribimos al fútbol no sería dramático ni tan doloroso, más allá de la
comprensible pasión que genera el deporte número uno del país. Si ampliamos el
horizonte del análisis las cosas cambian.
Se dice, y con
razón, que aceptar la realidad es el primer paso que hay que dar si se pretende
cambiarla. Entonces, me pregunto: La Argentina es un país del primer mundo? La
respuesta es no. Por ende, no se debería pretender estar en los primeros lugares
de cualquier disciplina si en el concierto de las naciones no estamos en un
sitio de privilegio. Cualquier argentino que se destaque a nivel mundial será
una saludable excepción y no la regla.
El mundo está
organizado del modo que impone el modelo vigente desde hace muchísimos años,
conocido como capitalismo. En el capitalismo no está contemplada la igualdad.
Hay personas pobres y personas ricas, mas toda la escala intermedia que se
quiera. Y también hay ciudades pobres y ciudades ricas, provincias y regiones
pobres y provincias y regiones ricas y, por supuesto, países pobres y países
ricos.
La lógica
consecuencia de esto es que hay una salud, una educación, un trabajo o
actividad, una vivienda, una alimentación, un modo de transportarse, un acceso
a gustos y lujos, etc. muy distintos, según la clase social a la que se
pertenezca y según el país del que hablemos. O sea, hay una vida para ricos y otra, muy distinta, para pobres.
Pero esto no
termina acá. Creer que podemos tener
políticos de primer mundo, o dirigentes deportivos de primer mundo, es creer
mucho. Y, dadas las reglas de juego planetarias actuales, si no los tenemos, va
a ser muy difícil revertir la actual situación del país, mucho mas complicada,
por supuesto, en lo político y en lo social, que en lo deportivo.
En verdad, lo ideal sería que no hubiese primer
mundo. Que cada país, con su idiosincrasia y sus particularidades, pudiera
desarrollarse y crecer normalmente sin que otro país lo sojuzgue. Que cada
persona que habita el planeta, con su idiosincrasia y sus particularidades,
pudiera desarrollarse y crecer normalmente sin que otra persona la sojuzgue.
Pero, para que
esto suceda, es necesario que el mundo advierta que el sistema que eligió y
elige cada vez que vota, perjudica a una enorme mayoría. O, al menos, que sea esa enorme mayoría la que lo advierta, de manera
que deje de comprarle un nuevo látigo al amo cada vez que introduce su voto en
la urna. Y también sería preciso que hubiera mas dirigentes políticos que
planteen estas cuestiones, cosa que está lejos de suceder ya que hoy, en el
mejor de los casos, solo se propone cobrarles un uno por ciento mas de
impuestos a los ricos. Nadie dice que no
debe haber ricos. Nadie, de la clase política que dirige los destinos de
nuestro país, hace algo para que no haya ricos. No hay en el Congreso Nacional
ni un solo proyecto en tal sentido. Nadie está interesado en cambiar el
sistema.
Perdón
futboleros, vuelvo al fútbol. Aunque, entiéndanme, nunca me aparté de el.
En el mundial
de 1.974, jugado en la entonces Alemania Federal entre 16 países, se
enfrentaron, en uno de los partidos, Alemania Democrática y la Argentina. Tras
un rechazo altísimo y con efecto de un jugador alemán, la pelota revoleada,
(mas que pelota era un ladrillo) fue a dar donde estaba el argentino Carlos
Babington. El 10 de nuestra selección la acolchonó en su empeine izquierdo y,
justo cuando venían con la fuerza y la velocidad que siempre caracterizó a los
alemanes, dos adversarios a disputarle la pelota, no conforme con haberla
dormido, sin que se le cayera del empeine, giró, le dio la espalda a sus
rivales que chocaron entre si, salió jugando, y generó el aplauso de todo el
estadio, lleno de hinchas locales, por supuesto. Sin embargo, en ese mundial,
Argentina quedó ubicada en una modestísima novena posición entre, reitero, nada
más que dieciséis países.
Siempre hemos tenido individualidades de jerarquía
en el fútbol. O sea, siempre hemos tenido lo mas difícil de conseguir, lo mas
preciado. Con más garra, con menos, con más velocidad, con menos, pero talento
hubo, hay y habrá.
Sucede que las
posibilidades no son las mismas para todos.
Cuan distinto sería si todas las monedas del mundo
tuviesen igual valor, si todos los salarios del mundo, incluidos los de los
jugadores de fútbol, fuesen iguales. No habría razones para emigrar. Los
colombianos jugarían en Colombia, los uruguayos en Uruguay y nosotros acá. Por
lo tanto, se conocerían mejor entre si al compartir la misma liga y, en varios
casos, el mismo equipo. O sea que les costaría muchísimo menos que ahora jugar
en equipo. Y no estoy inventando nada. Así lo hizo Alemania en este mundial,
con casi todos los integrantes de su selección jugando en su país y muchos en
el mismo equipo. Así lo hizo Argentina en el 78, cuando aún la “globalización”,
eufemismo de esclavización globalizada, no nos había alcanzado para reservarnos
la peor parte. Además, se jugaría por amor a la camiseta, con lo cual se
reduciría lo que hoy está tan de moda, la “presión”, el estrés, que termina
mandando al diván a técnicos y jugadores. Por favor!!!...
(No quiero
minimizar ni desdeñar la importancia de la sicología y mas en una actividad
que, cada fin de semana arroja como resultados victorias y derrotas, lo que
supone una frustración. Solo estoy diciendo que cada jugador, cada hincha, cada
dirigente, etc. debe colocar al fútbol en el lugar que le corresponde, que no
es ni debe ser el primero. La vida está cargada de cosas más importantes que el
fútbol, inclusive para los futbolistas. Si esto es comprendido y aprehendido
por cada jugador, y también por cada hincha, les-nos costará mucho menos
aceptar la derrota, ya que, en este deporte, aun siendo el mejor jugador del mundo,
la derrota es algo posible y frecuente. Pero si esta logra desdramatizarse y no
nos hace perder la lucidez, nos servirá, como en cualquier otro ámbito de
nuestras vidas, como enseñanza para no repetir errores o para mejorar algo de
lo que no hicimos bien. Y no tomárselo tan a pecho no significa perder actitud
al momento de practicar el deporte. Que no se malinterprete. La idea es poner
las cosas en su lugar.
Personalmente
creo que el fútbol tiene como
requisitos, para ser bien practicado, unas pocas cosas. Primero la técnica, o sea la capacidad de cada
jugador para dominar el balón, lo que va acompañado por el criterio de este para jugarlo de la manera que mas convenga al
equipo según la situación que se presente coyunturalmente cuando lo recibe.
Segundo la preparación física de
cada jugador, la que está a cargo del preparador físico y de los médicos.
Tercero la táctica, que no es otra
cosa que la elección de las piezas que van a participar del juego o, dicho de
otra forma, quienes serán los 11 titulares y quienes los suplentes, y en que
momento es conveniente cambiar alguna pieza. Cuarto la estrategia que consiste en como se van a mover esas piezas en el
campo de juego, si 4 4 2, si 4 3 3, si 5 3 1 1, etc. (esto que,
equivocadamente, todos los periodistas deportivos llaman táctica). Estos dos
últimos ítems están a cargo del D. T. Y, recién en el quinto lugar, lo sicológico, si hace falta, ya que, como
en cualquier otra actividad en la vida de un ser humano, se puede requerir de
la asistencia de un sicólogo o no. Esto dependerá de la psique de cada persona.
Siguiendo con
las hipótesis. Cuan distinto sería si
tuviésemos dirigentes deportivos serios, ya que habría campeonatos serios,
que privilegiasen al jugador por sobre el negocio. Es decir, no los forzaríamos
a jugar un partido cada tres días para recaudar más. (Esto también sucede en
Europa, con el consiguiente perjuicio para el deporte. Falcao, Ribery, Reus,
etc. rotos antes de iniciar el mundial.) Y les daríamos cuatro meses de
descanso a los campeonatos antes de cada mundial para que los jugadores pudieran
llegar a esa máxima competencia en óptimas condiciones. Y tendríamos un centro
de alto rendimiento deportivo en cada ciudad importante, ocupando todas las
provincias. Y cada deportista vendría bien alimentado desde la cuna, lo que le
permitiría pensar mejor y tener más fuerza y elasticidad. Así podría dar lo
mejor de sí.
Y, sumado a
esto, quiero resaltar que, si se hiciera una encuesta entre los simpatizantes
de este deporte que no tienen intereses económicos puestos en el, nueve de cada
diez, si nos dieran a elegir, optaríamos por que este sea eso, un deporte, un juego, y no un “espectáculo”
y un negocio, ya que así podría conservarse la esencia del mismo. Competir
por el placer de competir y no por el dinero que lo pudre todo. Experimentar el
enorme placer de hacer la gambeta que logra el cometido de engañar al
adversario… Disfrutar de uno de los juegos o deportes más lindos del mundo y no
sufrir cuando se lo practica. (Si a la mayoría le gustaría que fuese así porqué
esto no sucede, es una pregunta que todos deberíamos contestarnos. Desde el
hincha que alienta desde el tablón o la platea hasta el dirigente de cualquier
clubcito de barrio o del Real Madrid, pasando por los papás que llevan a su
hijo de 8 años a practicar el deporte).
Todo lo
enumerado en el párrafo anterior, previamente al texto entre paréntesis que me
pareció pertinente incluir, tendría como resultado futbolistas capaces de
correr mas y mejor los partidos, lo que no es sencillo pero, aunque no lo
parezca, es lo mas fácil de este deporte. Lo más difícil, lo que a los europeos
les viene costando años conseguir y aun no lo han logrado totalmente, me
refiero al dominio de la pelota y a la capacidad, picardía y sagacidad para
dejar desairado al rival, en Argentina lo tenemos, aunque, lamentablemente, lo
hemos aprovechado bastante poco a lo largo de la historia.
Es por todo
esto que lo de Kempes y los que lo acompañaron, en el 78 y lo de Maradona y los
que lo acompañaron, en el 86, tiene ribetes de hazaña. Porque Argentina nunca
fue un país de primer mundo. Llegar a ser los mejores del planeta a pesar de
ese contrapeso tiene un mérito de una dimensión incalculable. Pero fueron
excepciones. Lo usual es lo que sucedió en este mundial, y en todos los demás.
Yo podría
decir que el mejor nivel de Messi pasó hace dos años, decir que, así como en la
final del 90 también contra los alemanes, a Maradona, cuyo mejor nivel tuvo
lugar en el 86, le faltaron los piques de Caniggia por la mano del pájaro en la
semifinal, en 2.014 a
Messi le faltaron los de Di María por su desgarro en cuartos, o sea que los
teutones tienen, al enfrentarse con nosotros, una particular fortuna, podría decir
que si estaba Tevez quizás no perdíamos, que el mejor suplente que podía tener
Higuaín se llama Ignacio Scocco y no fue convocado, que Sabella no es conciente
de la materia prima que sale de la
Argentina y prefiere ganar todos los partidos por un gol,
como de hecho sucedió, especulando al punto de estar al borde de ser calificado
de timorato, que el partido con Alemania era para un empate, que peor le fue a
Brasil, que si entraba la de Palacio por encima del arquero, o si la de Messi a
cinco centímetros del palo, o la que tuvo Higuaín y se apuró como un
principiante, que si Agüero no hubiese estado lesionado, etc. Y todo eso es
cierto.
Pero si nos
quedamos en eso, nos quedamos cortos. Las cosas son mucho mas profundas. Los
porqué tienen otros componentes y condimentos. Es casi un deber elevar el nivel
del análisis ya que solo de esa forma encontraremos las verdaderas causas del
resultado obtenido en el mundial. Que no es un fracaso, pero que no es para
festejar. Si ya se salió campeón en dos oportunidades, del título para abajo no
se festeja nada. La historia así lo impone. Y los que no habían nacido cuando
ganamos el último campeonato, a embromarse. No nos hagan avergonzar. En la
estadística, a pesar de todo, estamos cuartos detrás de Brasil, Alemania e
Italia. Es decir que, en fútbol, contradiciendo la lógica, somos grandes, así que
no corresponde el festejo. Celebrar segundos puestos es de chicos.
Yo festejaría
si la Argentina
pudiera desarrollarse sin trabas, sin políticos mediocres, expertos nada mas
que en posibilismo, o corruptos, sin dirigentes deportivos que revenden entradas
en el mundial, sin fondos buitres, sin multinacionales que se llevan nuestro
esfuerzo, sin patrones explotadores, y la lista podría seguir ad infinitum.
Yo festejaría,
ya que, sin todo eso, sería más probable que se dieran las condiciones para que
seamos campeones en salud, en educación, en trabajo, en vivienda, en cultura,
en seguridad, en honestidad, en solidaridad. Y más festejaría si esos
campeonatos son compartidos con todos los países del orbe. Pero un campeonato
en el que todos obtengamos todos los
puntos, lo máximo, la excelencia. Que no otra cosa merecen estos ítems. Que no
otra cosa merece el humano.
Pero deberíamos hacer algo para que desaparezca de
la faz de la tierra la puta madre de todos los problemas que nos acucian, que
se llama capitalismo. Sin el no habría un empresario inglés asociado a la F.I.F.A. preso por corrupción
en la venta de entradas. No habría árbitros decidiendo quien es el campeón, (no
ocurrió en este mundial pero hay muchísimos ejemplos en competiciones
anteriores). No sucedería la locura que supone que una malla de nado del
competidor que está en el andarivel 6 cueste 10 veces mas que la del nadador
del andarivel 7, que igual diferencia haya entre botes de la misma categoría.
Estoy hablando de los últimos juegos olímpicos. Qué papel juega el Comité
olímpico internacional? Si en su estatuto hay más de un artículo orientado a
garantizar la igualdad entre los competidores. En el capitalismo hay algunos
pocos que son más iguales que el resto…
Y ya que
mencioné a la F.I.F.A.
en el párrafo anterior, quiero abrir un paréntesis: estos muchachos que otorgan
los premios, ¿vieron todos los partidos? A Neymar lo sacó del campeonato
rompiéndole la columna con su rodilla Camilo Zúñiga, jugador de la selección de
Colombia, y el premio al juego limpio se lo llevó la selección de Colombia.
Messi, por si hacía falta, volvió a demostrar que es uno de los que mas idea
tiene de cómo se juega a esto. Sabe de gambetas, de cambios de ritmo, de pases
filtrados, de control y dominio de la pelota, etc., etc. Pero, en este mundial,
a pesar de haber mostrado todo eso, logró jugar más o menos bien solo en los
tres primeros partidos y contra los rivales de menor jerarquía. En 8vos, 4tos, semi
y final, alguna gambeta, solo dos pases gol, (uno gol de Di María, otro pifia
de Maxi Rodríguez), y nada más. Ni un gol. Mascherano, en cambio, tuvo todos
partidos de 7 puntos para arriba, siendo además responsable de que Argentina
llegara a la final ya que, en la semifinal con Holanda, de 1 a 10 puntos, jugó para 11. No
es delantero, es cierto, y la F.I.F.A.
casi siempre elige delanteros porque parece que lucieran más. Pero también hubo
delanteros que mostraron un altísimo nivel. El holandés Arjen Robben y el
colombiano James Rodríguez, este último a pesar de no jugar los siete partidos,
fueron autores de los mas bellos goles de este mundial y de las mejores
jugadas. Para ser generoso con Lionel Messi, creo que, cuanto menos, estuvieron
un punto por encima del rosarino. Sin embargo, el balón de oro se lo llevó Lío.
Premio al mejor jugador joven, el frances Paul Pocbá. Mario Gotze, determinante
para su equipo nada menos que en la final, convirtiendo el único gol, (golazo
además) del partido que le dio el título de campeón a su selección, no siendo
este el único gol que convirtió en el campeonato, y jugando mas que bien cada
vez que el D:T: lo puso en la cancha, si no estoy equivocado, tiene nada mas
que 21 años… Pocbá jugó bien, es cierto, pero estuvo muy lejos del habilidoso
zurdo germano. Y, del equipo ideal, mejor ni hablar… Acá debería cerrar el
paréntesis pero, siguiendo con la F. I. F. A.,
ya que tanto les gusta a estos muchachos hacer negocios y producir enormes
ganancias, ¿por qué no se les ocurrió hacer participar a todos los países
asociados, que son más de 200, de modo directo en el mundial? La primera fase
dividiéndolos en 32 grupos de unos 6 o 7 equipos cada uno, todos contra todos,
clasificando a la segunda fase los primeros de cada grupo. Luego, los 32
clasificados, siguiendo la metodología actual de juego, o sea, fase de grupos,
(lo que podría denominarse segunda fase de grupos), luego octavos, cuartos,
semifinales y final. La fiesta sería más fiesta, y más mundial. Duraría un mes
mas, (días mas, días menos), pero naciones con muchos millones de habitantes
llevarían miles de hinchas al país organizador y los derechos de televisación
se venderían al mundo entero y no como ahora que, aunque sea visto por países
no participantes, la audiencia mayoritaria está solo en 32 países los que no
siempre son los mas poblados. Con ello, además del beneficio económico,
tendríamos un importante beneficio deportivo ya que, por ejemplo, los
espectadores no nos perderíamos de ver a jugadores de alto nivel, (sucedió con
Ibrahimovich de Suecia, con Bale de Gales y con Paolo Guerrero de Perú, entre otros, en este último mundial) a raíz
de que sus respectivas selecciones no lograron clasificarse entre los 32
participantes. Y, además, incentivaría la práctica del deporte en regiones en
las que no está tan popularizado. Y si no se ocupa la
F. I. F. A. de eso, ¿quién otro va a
hacerlo? Queda la pregunta, No soy Blater. Ahora si, cierro el paréntesis.
Francamente,
creo que si todos partiésemos en la vida de condiciones similares. Si las
ganancias se repartieran de un modo verdaderamente equitativo, esto tendría
como correlato en un mediano plazo una vida digna de ser vivida por cualquier
humano del planeta, una vida sin privaciones, sin analfabetos ni semi
analfabetos, sin drogas, sin pobres, sin barrabravas que nos hacen avergonzar
ante el mundo. Es más, si nuestro nivel cultural e intelectual fuese todo lo
elevado que debería, de acuerdo a la cantidad de años que tenemos de historia
los humanos, el fútbol ocuparía un lugarcito más en nuestras vidas, y no nos
llevaría a la locura, los desmanes, la muerte y los delitos a los que nos lleva
en esta actualidad en la que muchos
parecen ser mas hinchas de su hinchada que de su equipo, como si los partidos
pudiesen ganarse desde la tribuna, confundiendo pasión con fanatismo y
ceguera. Festejaríamos o nos amargaríamos, pero solo hasta 15 minutos de
finalizado el partido, y punto. Bromas a los amigos, nada más. Debates de café.
No enfrentamientos armados.
En cuanto al
fútbol de cada país, creo que si todos
partiésemos de condiciones similares, todas o casi todas las finales serían
Argentina-Brasil. Y, con perdón de los vecinos, ganaríamos la mayoría de ellas.
No habría celebraciones en Berlín, ni
patéticos borrachos festejando un segundo puesto en el obelisco.
La raza humana
tiene mucho por aprender, por mejorar y por hacer y, hasta de algo
relativamente secundario como un encuentro deportivo se pueden sacar
conclusiones y enseñanzas. Dependerá, como siempre, de cada uno, de nuestro
pensamiento, nuestra reflexión y nuestra posterior acción individual y
colectiva, saber interpretarlas y aprovecharlas, para el bien del fútbol y para
el bien de todo lo demás, lo que es decir, para el bien de todos nosotros.
Demasiado larga y barroca la descripción del descubrimiento del agujero del mate, confunde la pretención de deseo y ansias con la minuciocidad protocolar de la sintaxis, derivando en un análisis anacrónico, rebuscado y un tanto desopilante, vulgar, adjetivado, impreciso, lleno de blableta con sabor ad hoc "quebienescribo". Y todo esto elaborado con un lenguaje de lo mas coloquial.
ResponderBorrarSeguro que con el tiempo tus post se irán puliendo, serán precisos, concisos, directos; en una palabra, esclarecidos.
Es tuyo el beneficio de novato, y en este mi primer ácido comentario no puedo menos que darte un par de consejos, pero antes, de parte de un amigo que te aprecia un montón:
¡BIENVENIDO AL MUNDO BLOGUERO!
Muy buena entrada, no se el perfil que le darás al blog, pero ante esta, la primera entrada que leo, lo veo ecléctico, político-partidario (acá no hay neutrales).
Aquí van los consejos:
Habilitá el gadget "seguidores"
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Hacete seguidor de blogs que te interesen.
¡Abrazo grande Richard!
Qué gusto que hayas visitado mi blog Moscón! Gracias por tu bienvenida. Espero que lo próximo sea mas de tu agrado aunque no puedo hacer mucho por eso ya que escribo así, como me sale, sin pretensiones de nada. Se que la crítica viene de un amigo. Si no fuera por eso, y porque sos grandote, te pegaba. No se que perfil irá adquiriendo mi blog. Mi única y humilde intención es incentivar el pensamiento y, si es pensamiento crítico, mejor. Y, al respecto, me hubiese gustado conocer el tuyo sobre el contenido de lo publicado mas que sobre el estilo de su redacción. Bueno, sin aspiraciones de "maestro ciruela" me despido de vos corrigiéndote tres cosas: 1) No pretendo ser neutral, PERO NO TENGO BANDERA POLÍTICA. Si un definido perfil ideológico. No es lo mismo. 2) Pretensión se escribe con ese, y 3) La cuarta consonante de la palabra minuciosidad es ese, no ce. Ja ja. ABRAZÓN.
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